jueves, 22 de marzo de 2012

¿Para qué nos vamos a engañar?

Estoy lejos, sí, pero en parte me alegro de vivir en Aranjuez. Lejos de la "metrópoli", lejos del ruido, coches, trenes, metros y gente, mucha gente. 
Alguna que otra vez me acerco hasta allí a mirarlos; siempre corriendo de un lado a otro, siempre con prisas, siempre llegando tarde, siempre compitiendo. Miles de historias de las que no sé nada que se entrecruzan unas con otras. Personas que solo quieren conectar con otras personas. 

Personas, acciones, causas, consecuencias, estados de ánimo, que conectan con más personas, acciones, causas, consecuencias y estados de ánimo.
La clave de todo al final es la de no ser como el resto del mundo. 

Yo no soy la más simpática, ni la más inteligente, ni la más guapa, ni la más honesta, ni la más amable, ni la más optimista, ni la más responsable.
Soy borde, seca, directa, tímida, con cambios de humor repentinos e indecisa (a lo Dri, vamos). Pero a veces pasan cosas en la vida que no tienen ni pies ni cabeza.
Con esto me refiero a que, ahora, si me dieran a elegir el nombre de cualquier persona, sin meditarlo y sin controlarlo; si pudiera elegir, ten por seguro que te elegiría a ti. Ahora mismo. Sin dudarlo.

Supongo que soy igual que todas esas personas que van corriendo de un lado a otro y que lo único que quieren es conectar con otras personas. Con la diferencia que, por algún casual, yo esa conexión ya la tengo.

En realidad ni yo me entero de lo que estoy escribiendo...Así que termino así, para resumir: que si quieres, te quiero, y si no, también.