Por encima de todas ellas, sobrevolando el tiempo y el espacio, están los cordones umbilicales que nos unen a las personas que queremos. Como cordones de plata transparentes que pertenecen solamente al reino de lo extrasensorial. Hacen que algo se revuelva en nosotros cuando sufren, o cuando se alegran, como un palpito o un escalofrío en la piel. Nos llevan a hacer cosas maravillosas o terribles.
Es como si has soñado toda tu infancia con príncipes azules y castillos sobre colinas y creces y desaparece todo. Aprendes que los cuentos no son exactamente así, que el príncipe azul puede ser naranja y que el castillo no tiene porqué ser un castillo, no es tan importante eso de ser felices para siempre, basta con ser felices en el momento.
A veces, muy de vez en cuando, esas personas conectadas por el cordón de plata pueden darte una grata sorpresa, de vez en cuando te dejan sin respiración.
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